INTERVENCIÓN DE ALICIA VALMASEDA MERINO
FORO MUNDIAL DE LAS LUCHAS DEL AGUA
ZARAGOZA, 4 DE JULIO DE 2008
FORO MUNDIAL DE LAS LUCHAS DEL AGUA
ZARAGOZA, 4 DE JULIO DE 2008
Buenos días a tod@s:
Me llamo Alicia y soy leonesa, hija de una hermosa tierra, cuna hace 1.098 años del Reino Medieval más importante de la península en que se convocaron hace 820 las primeras Cortes democráticas de Europa y que hace 991 años reconocía a sus gentes derechos tan actuales, y poco habituales en la época, como la inviolabilidad del domicilio. Una hermosa tierra que representa un cuarto del escudo de España y a la que, sin embargo, desde hace 25 años se niega la existencia al haberla anexionado a una Comunidad Autónoma inventada en la que se reunieron seis de las ocho provincias de Castilla la Vieja y las tres provincias del Reino de León.
Cuando los leoneses protestamos ante dicha anexión, se nos dijo que la formación de dicha comunidad se debía a "razones de Estado" que nunca fueron explicadas.
Después de aquel primer atropello, hace 21 años, también en nombre de la solidaridad, se cerró la presa de Riaño, condenando a muerte, además de a Riaño a Anciles, Burón Éscaro, Huelde, La Puerta, Pedrosa del Rey y Salio, al tiempo que muchos de sus habitantes, expulsados de las tierras de sus antepasados, se veían obligados a tomar el camino del exilio económico.
Curiosamente, en una provincia como la leonesa que exporta, sin recibir nada a cambio, el 85%, de la energía que produce, oímos nuevamente estos últimos tiempos llamadas a la solidaridad de los leoneses para pasar por nuestra montaña una autopista de la energía, la Sama-Velilla que, a su paso, dejará nuevamente dolor, desarraigo y destrucción para seguir exportando energía para las industrias de otras regiones. ¿Por qué siempre tienen que ser los mismos pueblos los sacrificados? ¿En nombre de qué se empobrece siempre a los mismos para beneficio de otros?<
Pero volvamos a Riaño, la obra faraónica del pantano de Riaño fue un proyecto, primero de la dictadura de Primo de Rivera y después de la República, desechado en su momento y retomado por la dictadura franquista en los años 60 del pasado siglo pero que, incluso entonces, no llegó a concretarse.
Sin embargo, llegada la democracia fue el Partido Socialista quien finalmente cerró la presa, después de, por primera vez en la historia, destruir con saña todos los edificios que se iban a inundar, incluso pequeñas ermitas aisladas, al parecer en un intento de borrar hasta el recuerdo de la mente de sus habitantes.
El cierre se hizo entre manifestaciones, por un lado, de montañeses que luchaban por conservar uno de los más prósperos valles de España en aquel momento y, por otro, de gentes del sur de la provincia a las que habían convencido de que el regadío era su única esperanza de futuro y que para ello era preciso el pantano. Según confiesan, veinte años después, muchos de aquellos que entonces reclamaban el agua de Riaño para sus regadíos, la administración les pagaba todo (carteles, autobuses para las manifestaciones, etc.), llegando incluso a la coacción para que acudieran a las mismas.
La maniobra consiguió enfrentar a los propios leoneses entre sí y crear recelos entre ellos pero quienes pronosticaron que los regadíos eran solo una excusa para cerrar la presa, porque el auténtico interés era la explotación eléctrica de la misma, no se equivocaron.
Yo, que soy leonesa del sur de la provincia, conocí Riaño cuando era un hermoso pueblo lleno de vida, a pesar de que ya pendía sobre él la espada de Damocles del pantano y lo visité, por última vez, pocos meses antes del cierre de la presa, cuando ya parecía un pueblo fantasma al que lejanos políticos, que ni lo conocían ni lo amaban, habían condenado a la destrucción. La presa se cerró y puedo garantizaros que muchas personas, tanto de la montaña como de otras comarcas leonesas estuvimos años y años sin poder regresar porque simplemente, el aproximarnos al embalse hacía que sintiéramos tal opresión en el pecho que era como si una invisible barrera nos impidiera el paso.
Diez años después, también con un gobierno de Felipe González, se iniciaron las obras del trasvase desde el Esla al Carrión, trasvase que es el único del que nunca se habla, entre otras cosas porque son los propios beneficiarios los que deciden sobre él. El agua de León sirve para regar campos castellanos y para hacer navegable el Pisuerga a su paso por Valladolid, mientras que las tierras de secano del sur de León y norte de Zamora siguen esperando los regadíos que no llegan e, incluso, en los veranos más secos, los habitantes de la comarca de Benavente se ven obligados a comprar agua embotellada porque, debido al trasvase, el Esla no lleva suficiente caudal ecológico.
Este mismo año, antes de la llegada de las abundantes lluvias, se aprobó una nueva reducción del caudal ecológico de Riaño para autorizar un nuevo trasvase al Carrión. Con la engañosa frase de "el agua es de todos" nos encontramos que lo únicos que no tienen derecho a ella son aquellos que la ven pasar junto a su puerta y soportan la destrucción que en ocasiones conlleva.
Pero, dejando aparte todas estas mentiras, lo que debemos preguntarnos todos es por qué se habla de solidaridad para justificar atropellos como el de Riaño.
Nadie puede pretender mejorar su nivel de vida a costa del empobrecimiento de su vecino y de la misma manera que no se entendería que se quitase el corazón a una persona sana para hacer un trasplante a un enfermo que lo necesitase, tampoco es concebible que se destruyan unos pueblos para mejorar la existencia de otros.
Pero, sin embargo, lo que nos encontramos, tras 20 años de aquel atropello es que, contrariamente a todo lo prometido, el cierre de Riaño solo ha traído emigración y empobrecimiento, no solo a la Montaña Oriental Leonesa, que actualmente tiene una densidad de población de 2 habitantes por km2, inferior a la del Sáhara, sino a toda la provincia de León.
El pantano ha funcionado como un motor de desaceleración al haberse perdido explotaciones ganaderas prósperas y la provincia de León, que hace 25 años ocupaba el puesto 22 en el ranking de las provincias españolas ha pasado al puesto 45. Éste es el "desarrollo" y la "prosperidad" que trajo el pantano. Sin embargo, en el mismo tiempo, la provincia de Valladolid, que se beneficia sin ninguna contrapartida del trasvase del Esla al Carrión, ha pasado del puesto 25 al 7 con una renta del 111% de la renta media europea, al mismo nivel que la provincia de Barcelona y por encima de las otras tres provincias catalanas, mientras las provincias de León y Zamora, supuestas beneficiarias de unos regadíos que nunca llegaron, tienen rentas del 79% y 72% de la renta media europea.
Al parecer a esto conduce la "solidaridad" que nos reclaman, a unas diferencias de renta de entre 30 y 40 puntos entre habitantes de la misma comunidad autónoma en la que una de las dos regiones que la forman se encuentra en una situación de colonización respecto de la otra.
Lo más criticable de la situación que se produjo en Riaño fue que tuvo lugar en una época democrática, sin embargo ¿podemos llamar "democrático" a un proceso en el que la mayoría elimina la resistencia de la minoría negándole los más elementales derechos? ¿Hay algún tipo de indemnización que pueda compensar a nadie por la pérdida de sus raíces y de la tierra de sus antepasados? ¿Hay alguna razón que justifique que un pueblo no pueda llorar a sus muertos en su propio cementerio?
La respuesta a estas preguntas es NO porque cuando el fuerte impone sus dictados al débil nos encontramos ante la "ley de la selva" y cuando se explotan los recursos naturales de los pueblos para beneficio de otros pueblos lo que nos encontramos es ante una situación de colonialismo aunque se trate de adornarlo con hermosas palabras.
Llevamos años oyendo que el agua es el petróleo del siglo XXI y que puede haber incluso guerras por su control, pues bien, la explotación del "oro incoloro" de Riaño destruyó un hermoso valle, condenó a la emigración a muchas familias y dejó herida de muerte una de las más bellas comarcas del Reino de León, pero nada hay irreversible en este mundo.
Obras faraónicas como el embalse que nos ocupa están también en el origen del cambio climático que se cierne sobre nosotros. Deshacer los errores del pasado puede contribuir a una vida más acorde y respetuosa con la naturaleza. El desarrollo sostenible pasa por olvidar las políticas de despacho realizadas con manifiesto desprecio a los usos y costumbres de las comarcas y a los conocimientos de sus habitantes, y por vivir en armonía con la naturaleza, preservando el medio ambiente y respetando las formas de vida animales y vegetales y, por supuesto, respetando las costumbres de todos los pueblos.
Desde la Plataforma por la Recuperación del Valle de Riaño miramos con esperanza a Hetch Hetchy Valley en el Parque Nacional de Yosemite que, tras ocho décadas sumergido bajo 300 pies de agua, vive en estos momentos un movimiento tendente a su recuperación, lo que nos hace sentir que no estamos solos en nuestro sueño y nos anima a perseguir la utopía hasta que se convierta en realidad y podamos volver a pisar las calles de Riaño, no el viejo, como lo llaman algunos, sino el auténtico, el que en estos momentos yace dormido en el fondo del pantano, esperando a que sus hijos le devuelvan al mundo de los vivos.
Estando en Aragón, solo puedo terminar esta intervención con la última estrofa de una hermosa canción de José Antonio Labordeta, "Albada" y que dice así:
"Esta albada que yo canto,
es una albada guerrera,
que lucha porque regresen,
los que dejaron su tierra"
Desde la Plataforma por la Recuperación del Valle de Riaño, luchamos también por el regreso de quienes se vieron expulsados de su tierra.
¡¡¡RIAÑO VIVE!!!
¡¡¡LA LUCHA SIGUE!!!
¡¡¡LA LUCHA SIGUE!!!
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