jueves, noviembre 02, 2017

¿Asturleonés? ¿Plus de credibilidad? ¿Seguro?

Vayamos por partes, me cuesta trabajo, siendo leonesa, dar un plus de credibilidad, simplemente porque sí, a ningún historiador después de que me enseñaran en los libros de texto que el reino importante en la Hispania Medieval era Castilla, que Vellido Dolfos era un traidor, no haber visto mencionar en dichos libros de texto ni a Ordoño II, ni a Ramiro II, ni a Alfonso V “El de los Buenos Fueros”, ni el Fuero de León, ni las Cortes Leonesas de 1188, ni... ¿sigo?

Pues bien, todos esos libros de historia los hicieron historiadores que no vacilaron ni un minuto en dar carta de naturaleza y, casi, casi, de verdad revelada a los cantares de gesta y al romancero, escritos sin ningún rigor, dos o tres siglos después de acaecidos los hechos y con una clara intencionalidad política, la de ensalzar a Castilla y lo castellano al precio que fuera.

Como dije hace un montón de años en una reunión de la Plataforma Regional Pro-Identidad Leonesa, en frase que hizo fortuna (aunque lógicamente quienes la copiaron siempre se abstuvieron de mencionarme, jejeje), estudiar o enseñar la historia basándose en los romances sería lo mismo que estudiar la historia del siglo XX basándose en el “Hola”.

Dicho todo lo anterior, tan falso es hablar de “Castilla y León” en tiempos de Atapuerca, como llamar a Alfonso VI “de Castilla”, hablar del “Reino de Castilla y León” como hablar del “Reino de Asturias” o del “Reino Asturleonés”, por no mencionar que hablar de “banderas históricas del Reino” (del de León o de cualquier otro) puede pasar en quien no tiene idea sobre banderas, escudos y símbolos diversos pero a poca información que se tenga, se sabe que los escudos y banderas representaban a los reyes, que el plata se daba en los escudos pero que el blanco (su equivalente) sólo se usaba como color de tregua en las banderas o para los pendones dedicados a la Virgen (como en el caso de los ‘Viriatos’ de Fariza).

El hecho de que todas esas barbaridades (y otras muchas que sería prolijo recopilar) las escriban “historiadores” no las hace ciertas sino que, por el contrario, sólo puede deberse a dos razones, o bien que no saben de lo que hablan, lo cual sería muy grave, o bien, y eso es más grave aún, que sólo tratan de seguir manipulando la historia por intereses ajenos a la misma y a la verdad.

Los reyes que sucedieron al caudillo Pelayo, se intitularon “Reyes de LOS ASTURES” y a partir del momento en que Alfonso II El Casto trasladó la capital a Oviedo, se intitularon “Reyes de Oviedo” y cuando en 910, García I trasladó la capital a Legio, “Reyes de León”. Nunca, en ningún documento de la época se intitularon “Reyes de Asturias” ni, mucho menos, “Reyes de Asturias y León” o “Reyes asturleoneses”.

Tampoco es cierto que Castilla ‘absorbiera’ a León puesto que ambos reinos siguieron existiendo con sus instituciones propias y separadas y los reyes, hasta Isabel II inclusive, siguieron viniendo a la ciudad de León a ser ungidos como reyes de León en la Catedral.

En cuanto al vocablo “asturleonés” ya sea referido, al reino, al idioma o a cualquier otro concepto es, como mínimo equívoco y, sin duda ninguna, interesado.

“Astures” es el nombre que los romanos dieron a una serie de tribus que se hallaban en el noroeste de la península ibérica, emparentadas entre sí, que habitaban en castros y compartían costumbres y dioses. Dicho nombre, que es el que ha llegado hasta nuestro días, proviene del Astura (nombre de la época del actual Esla), el río principal que recorría la mayor parte del territorio que habitaban.

Las diferentes tribus astures ocupaban los territorios correspondientes a las actuales provincias de León y gran parte de Zamora, los extremos orientales de Lugo y Orense en Galicia, la mayor parte del Principado de Asturias, desde el río Sella por el este, donde lindaban con los pueblos cántabros (también muy relacionados con los astures junto a los que plantaron cara al invasor romano en las famosas guerras asturcántabras) hasta el río Navia por el oeste, donde lindaban con los albiones y la zona de Trás-os-Montes en el actual Distrito de Braganza (Portugal), es decir, estamos hablando de unos límites que más tarde, con el correr de los años, se correspondieron con el territorio nuclear del Reino de León Medieval del año 910.

Pues bien, el Astura o Esla tiene absolutamente todo su recorrido por el territorio de las provincias de León y Zamora, por lo que decir “asturleonés” es una redundancia totalmente innecesaria.

Sin embargo, al haberse apropiado el Principado del nombre de “Asturias”, en el imaginario popular se identifica “astur” (pueblo prerromano que, indudablemente, dejó de existir hace muchos siglos) con “asturiano” (natural de la actual Asturias) por lo que, para la mayoría de los mortales “asturleonés” y “asturianoleonés” son sinónimos.

No creo que sea preciso recordar a nadie en qué terminan estas denominaciones dobles y largas ¿verdad? Todos sabemos perfectamente que “para abreviar” se elimina “leonés” y nos vuelven a cambiar la identidad. ¿Alguien está interesado en que dejen de llamarle “castellano” para empezar a llamarle “asturiano”? Evidentemente yo no porque, como nunca me cansaré de repetir, yo sólo admito que me llamen LEONESA.

En cuanto se refiere a la lengua, su nombre ‘dende cuantayá’ es el de leonés y en relación con esto, perdonad que me cite a mí misma pero no creo práctico volver a buscar toda la información y reescribirla. En el artículo “Llingua Llïonesa, una llingua esqueicía y amenorgada” http://ellagodelaxana.blogspot.com.es/2013/07/llingua-llionesa-una-llingua-esqueicia.html (del que forman parte los siguientes párrafos) se puede consultar la abundante bibliografía al respecto.

“Hay un gran empeño en querer demostrar que el nombre de “leonés” se acuñó muy tardíamente e, incluso, se alega que sus hablantes no tienen conciencia de esa denominación sino que prefieren llamar a su lengua por nombres locales: pachuezu, berciano, senabrés, sayagués, cepedano, cabreirés, palra, bañés, fala, faliella, etc., sin percatarse que negar su existencia con este argumento sería como negar la existencia de los astures por el hecho de que fueron los romanos quienes les dieron ese nombre.

También hay quien argumenta que el término “leonés” solo se utiliza a partir del siglo XX, atribuyéndoselo a Menéndez Pidal en su obra, publicada en 1906, “El dialecto Leonés”, a la que siguieron las obras del sueco Erik Staaf “Étude sur l'ancien dialecte léonnais d'après les chartes du XIIIÈ siécle”, publicada en 1907; del alemán Hanssen, “Los infinitivos leoneses del Poema de Alexandre” publicada en 1910; del brasileño Américo Castro “Contribución al estudio del dialecto leonés de Zamora”, publicada en 1913 y del también alemán Fritz Krüger. “Estudios sobre el leonés occidental centrándose sobre todo en Sanabria”, realizados entre los años 1921 y 1922.

Sin embargo, ya en el siglo XIX los lingüistas alemanes Gessner y Friedrich Hanssen publican sus respectivas obras “Das Altleonesische”, en 1867 y “Estudios sobre la conjugación leonesa” en 1896.

Pero, para ser rigurosos, tenemos que remontarnos a Bernardo de Aldrete, o Alderete, nacido en Málaga en 1560 y fallecido en 1645, canónigo de la catedral de Córdoba, historiador, arqueólogo y gramático español, uno de los hombres más doctos de su tiempo, buen conocedor del caldeo, árabe, hebreo, griego, latín, francés e italiano y conocido sobre todo como filólogo por su obra “Del origen y principio de la lengua castellana o romance que oi se usa en España” publicada en Roma en 1606, y en la que, con argumentos novedosos, desarrolla la preexistente teoría de que las lenguas romances tienen su origen en la ‘corruptio linguae’, es decir, que empiezan a desarrollarse a partir de la corrupción o evolución del latín.

Y es en un diario de viajes, documento que se conserva en el Archivo Catedralicio de Granada, en el que narra la peregrinación que varios religiosos realizaron a Santiago de Compostela en el año 1612, donde aparece también la mención de la lengua leonesa. Se trata precisamente del relato referido al paso de los peregrinos, en su viaje de vuelta, desde Santiago hacia tierras andaluzas, por la leonesa localidad de Villafranca del Bierzo. El texto de Aldrete dice textualmente:

““... El lugar es mui grande i tiene otros conventos de monjas i frailes i muchas iglesias i ermitas, i gente rica, todos se sirven de cántaros de cobre i no vi que llevassen otros las moças que van por agua. Los más políticos hablan bien el castellano, pero los no tanto i mugeres el leonés, que tira al gallego; verdad es que la vezindad i los muchos que passan de Galizia son la causa desto. ...”

El párrafo anterior demuestra pues, además de la existencia de la lengua leonesa, la perfecta distinción entre los tres romances: el autóctono (leonés) ya que la alusión a su conservación por parte de las mujeres retrata perfectamente su carácter propio; el impuesto por el estado (castellano) por la mención hecha a la educación de quienes lo emplean y el de la región vecina (gallego) que Bernardo de Aldrete venía de escuchar abundantemente desde su entrada en Galicia por Sanabria hasta su llegada a Santiago y regreso.

Ninguno de los filólogos anteriormente nombrados habló de un inexistente idioma “asturleonés”, término que parece haber sido acuñado por Leite de Vasconcelos (1858-1941) en sus estudios sobre el mirandés, al que englobó dentro del cuadro de los dialectos portugueses, si bien llamándolo “co-dialecto” y diciendo que “o mirandés establece transiçao do portugués e gallego para o asturiano-leonés” (Philol. Mirandesa, II), sin embargo, hoy día nadie duda y los estudiosos mirandeses así lo atestiguan, de que el mirandés forma parte del “leonés occidental”.

Tanto el sueco Ake Wilhelmsson Munthe (1859-1933) como Menéndez Pidal hablaban indistintamente de leonés y de asturiano pero nunca unen ambos nombres en uno solo. Incluso Menéndez Pidal dice en su obra ya citada “El Dialecto Leonés”: “: “El asturiano puede pasar, en su conjunto, por el resto mejor conservado del antiguo leonés”, con lo que deja bien clara la filiación de la citada variante lingüística.

Como tiene que haber opiniones de todo tipo, recientemente leí una propuesta de llamar a la lengua ‘asturianoleonés’ con el peregrino argumento de invocar el “respeto al territorio en que más se habla”, que no resiste el mínimo análisis por las siguientes razones:

Todas las lenguas del mundo reciben su nombre del territorio en el que se originaron, en el caso que nos ocupa el Reino de León. El número real de hablantes en todo el dominio lingüístico es muy discutible. Modificar el nombre de cualquier lengua en función del territorio actual en que más se habla conduciría a que el español tuviera que llamarse hispanoamericano; el inglés, norteamericano y el portugués, brasileiro, estando además dispuestos a irlos modificando “sobre la marcha” según variase la población. No hay ningún problema para que los asturianos llamen a su variante “asturiano”, los mirandeses a la suya “mirandés” y los leoneses, además de los nombres comarcales que tenemos, llamemos a la lengua en que se escribieron la mayoría de nuestras leyes, como llevamos tiempo haciéndolo, “leonés”. Pretender cambiarle el nombre es una imposición que, además, tergiversa la historia, no sólo de León sino también de la actual Asturias ya que, no lo olvidemos, cuando el romance leonés vio la luz y fue escalando puestos hasta llegar a lo más alto de la administración, el reino de León llegaba hasta el mar Cantábrico porque Asturias, como tal territorio diferenciado, no existía.

La lengua leonesa, con sus respectivas variantes, se extendió de norte a sur por todo el territorio que va desde el Cantábrico hasta el norte de la provincia de Huelva donde, hoy día, los pueblos que apellidan ‘de León’ son prueba indeleble de su pasada pertenencia. Sin embargo, en la actualidad, aunque seguimos conservando una gran cantidad no solo de vocabulario sino también de frases hechas y giros leoneses, nuestra lengua ha retrocedido en su utilización quedando, además, abocada a los entornos familiares. Falta de promoción y enseñanza en las escuelas, su situación de conservación, aunque no desesperada, es bastante mala al tener serias dificultades para que se produzca el necesario relevo generacional.”

Aparte de cuanto antecede, existen claras diferenciaciones entre leonés y asturiano en diversos momentos y por diversos autores, alguno de los cuales es tan poco sospechoso para el panasturianismo como García Arias, ex-presidente de la Academia de la Llingua ASTURIANA y defensor en los últimos tiempos de un País Astur (https://www.lavozdeasturias.es/noticia/asturias/2016/11/26/seria-pais-astur/00031480185951783521359.htm) que pretende ligar a la existencia del binomio “una lengua=un pueblo”, lengua que, en su imaginario interesado, sólo llega hasta el Duero (lo que no me cansaré de repetir tiene una clara motivación política para conseguir que la capital de ese hipotético territorio sea Oviedo). Pues bien, en 2002, García Arias decía “Sin duda León y Uviéu (Oviedo) contribuían a la homogeneización lingüística de manera decidida. En el caso asturiano no deja de ser sintomático el hecho de que la lengua escrita hacia el occidente vaya renunciando cada vez más a los rasgos locales para seguir los modelos centroasturianos; en el libro registro de Courias (Floriano Cumbreño 1950, 102) el único texto plenamente romance es, ilustrativamente, asturiano de tipo central”.

Según Morala en 2004 sobre el proceso normativizador en León “Fuera de este grupo quedan los textos asturianos que en esto, como en algunas otras cosas, siguen derroteros distintos a los del leonés del Sur de la Cordillera”, al mismo tiempo que, ya en 1998,diferenciaba una norma leonesa y otra “ovetense” añadiendo que “A la espera de datos de otros procesos evolutivos, puede adelantarse que en el área de León se desarrolla en la época medieval un proceso de normalización gráfica autónomo y diferenciado de los de las áreas vecinas gallega y castellana e, incluso, diferente también de otras áreas del propio dominio leonés”.

Después de todos estos datos... ¿seguimos empeñados en que nos cambien hasta el nombre o empezaremos ¡por fin! a exigir que nos respeten y llamen por el nuestro?

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