Na mía opinión ye interesante mercare'l llibru peru en cualisquier casu, copiuvos eiquí el testu y prestaríanme asgaya los vuesos comentarios, seya eiquí, seya nel mieu correyu: xanallion@gmail.com y ensín más vos deixu'l testu'l capítulu en custión:
El futuro del Reino de León
Hace años escuché una frase que, dejando aparte su contenido jocoso, encierra una gran verdad: “Me preocupa el futuro porque pienso pasar en él el resto de mi vida”.
Cualquier estudio, comentario u obra sobre León, sobre el Reino de León, sobre el País Leonés debe conocer el pasado, ser muy consciente del presente pero, sobre todo, debe planificar y construir un futuro esperanzador para todos.
No creo que debo extenderme en hablar del pasado. Los que dejamos atrás la cincuentena, estudiamos, en nuestra ya lejana infancia, las glorias leonesas, tal vez no tan bien como se merecían pero por lo menos supimos de la existencia del primer gran reino cristiano peninsular, del primer Fuero de León (1017) que hace casi mil años reconocía a los leoneses unos derechos impensables para cualquier otro pueblo de aquella época y tan actuales como la inviolabilidad del domicilio y de las primeras Cortes Europeas (1188) a las que, además del clero y la nobleza, asistieron representantes de las villas y ciudades del reino, embrión de las actuales cortes democráticas y que fueron también un avance impensable para su época pues además de ampliar el Fuero de León, promulgaron leyes tendentes a proteger a los ciudadanos de los abusos de poder del clero, de la nobleza e incluso del propio rey.
El presente es mucho más desolador, todo cuanto suene a leonés es silenciado, negado e incluso menospreciado y cuando se trata de hablar de los grandes hitos de la historia leonesa se trata siempre de falsearlos con un nuevo marchamo de “castellano-leonés” que nunca existió. Se enseñan a nuestros hijos mentiras y medias verdades (más peligrosas aún que las primeras) y se trata, por todos los medios, de anular la identidad leonesa.
Sin embargo, el futuro puede y debe ser esperanzador. En nuestras manos está el conseguirlo. La actual situación política no puede continuar. Cuando se proclamó la Constitución de 1978 se concedía derecho a la autonomía a las nacionalidades y regiones existentes en aquel momento. No entraré a discutir el término nacionalidad, si partimos de la realidad entonces existente, España se hallaba repartida en regiones siguiendo la división territorial de Javier de Burgos (1833) según la cual el Reino de León estaba formado por las provincias de León, Zamora y Salamanca.
Esta es la única realidad que podía conducirnos a la autonomía, a una autonomía leonesa. Sin embargo con métodos caciquiles, propios de la recién terminada dictadura, el Reino de León se integró en una autonomía denominada de “Castilla y León” lo que, en palabras recientes de alguna procuradora socialista, significó que “León tuvo su oportunidad y la perdió por los caciques”, afirmación cuando menos pintoresca en boca de alguien que se denomina “de izquierdas” pero perfectamente comprensible cuando se oye decir desde el mismo partido que “el mapa autonómico está cerrado y bien cerrado” lo que nos trae reminiscencias del “atado y bien atado” de la dictadura.
Pues ni la dictadura estaba tan atada ni el mapa autonómico está tan cerrado. Nada es imposible en derecho que además nos enseña que los vicios de origen son invalidantes y no pueden subsanarse por el paso del tiempo. Esto es algo que ningún leonés debe olvidar. La Comunidad en que nos encontramos es anticonstitucional y ningún Estatuto puede modificar y “santificar” dicha situación.
Esta absurda comunidad en que estamos fue totalmente antidemocrática desde su nacimiento y continua siéndolo puesto que cuantas más competencias va recibiendo, más se va centralizando. El estado de las autonomías que nos “vendieron” como un acercamiento de la administración al ciudadano, al menos en esta comunidad birregional, ha fracasado estrepitosamente puesto que, en lugar de descentralizar servicios aquí se centralizan, curiosamente en una comunidad más grande que muchos países europeos con los consiguientes perjuicios para los administrados.
Sería suficiente que, en vez de hacer una revisión del actual Estatuto de Autonomía, se fijara un periodo transitorio durante el cual la actual Junta de Castilla y León se desdoblara en Junta de Castilla y Consejo General del Reino de León. Los presupuestos generales de la Comunidad se repartirían proporcionalmente al número de habitantes de cada una de las dos comunidades resultantes, estableciéndose además una serie de compensaciones por todas las inversiones no realizadas en territorio leonés durante los 23 años de la actual autonomía. Los leoneses tenemos derecho a cobrar la deuda histórica que tiene con nosotros la Junta. (Bien sé que es ridículo llamar histórico a algo que data de 1983, pero eso es lo que pretenden los políticos que la gobiernan, llamar histórica a esta Comunidad que existe hace 23 años).
Cierto es que hay comentarios para todos los gustos y, sobre todo por parte de aquellos cuyos sueldos dependen de la administración autonómica, quien dice que una autonomía resultaría muy cara hasta quien afirma que cualquier autonomía que tenga menos de 6 millones de habitantes es inviable. Sin embargo sería interesante que todos ellos mirasen un poco a su alrededor tanto en España como en Europa.
Para empezar, lo que es realmente caro es pagar a quien no defiende su tierra, no cumpliendo, por tanto, con su obligación. Tenemos autonomías de todos los tamaños y si son viables autonomías uniprovinciales, biprovinciales, triprovinciales, etc. ¿por qué no es viable la autonomía leonesa? ¿Acaso los leoneses somos más tontos o más ignorantes que el resto? Por otra parte si una Autonomía como La Rioja es viable con 250.000 habitantes y un país como Luxemburgo es viable con 600.000 habitantes ¿cómo puede decirse que una comunidad autónoma de un millón de habitantes es inviable?
Hay que exigir la inmediata puesta en servicio del ferrocarril Vía de la Plata y la puesta a punto, a renglón seguido, de una buena red de infraestructuras que intercomuniquen todas nuestras comarcas, lo que permitirá, al propio tiempo, que la Comunidad Autónoma Leonesa sea una autonomía totalmente descentralizada con sus sedes repartidas por las diferentes ciudades. Quienes padecemos un centralismo exacerbado ni podemos, ni queremos, bajo ningún concepto, perpetuar un sistema semejante.
Problemas como el del trazado de la Lada-Velilla, decidido entre los presidentes asturiano y castellano a espaldas de los leoneses o el trasvase de las aguas del Esla al Carrión, para regar tierras castellanas mientras las tierras leonesas (de León y Zamora) siguen esperando, 20 años después del cierre de Riaño, el agua prometida, se solucionarían mucho más fácilmente si los leoneses pudiéramos decidir nuestro futuro.
Y nadie empleará nunca millones de euros en publicar libros atacando la identidad leonesa mientras las carreteras de Cabreira, Sayago o La Sierra de Francia, por no citar más que tres ejemplos, siguen necesitando mejorar sus trazados o mientras Benavente, Villablino y Ciudad Rodrigo siguen esperando tener un hospital.
La verdad es que el único problema que tendríamos una vez existiera la Comunidad Autónoma de León serían los políticos ¿Seguiríamos dejándonos gobernar por quienes, por acción u omisión, nos tuvieron sojuzgados durante 23 años o bien cambiaríamos completamente, condenando al olvido a quienes nunca supieron defender ni su tierra ni los intereses de sus paisanos?
5 comentarios:
Siendo un leonés residente en A Coruña es un soplo de aire fresco leer tu artículo. Me permite no perder la esperanza al ver que todavía hay gente como tú con las ideas muy claras y que las expresa de forma que todo el mundo lo pueda entender.
Alicia, no solo es una buena terapia el escucharte, ahora también he podido comprobar, que lo es tanto o más, el leerte. Felicitaciones por este excelente escrito, tan entrañable, esclarecedor e irrebatible.
Alicia, mil veces te daremos la razón y mil veces chocaremos con el muro de hormigón Pseudo-Castellano. Para mi forma de ver, este muro ha sido construido por los grandes intereses económicos de Madrid, alentados y aplaudidos por los de Valladolid. Todo un montaje económico construido a espaldas de los “Leoneses”, pero también de los “Castellanos Viejos”. Un montaje económico que necesita hacer desaparecer las dos Regiones anteriores para construir una nueva y con un nuevo perfil Pseudo-Castellano.
Después de 24 años de experiencia, al encanto de lo “castellanoleonés” solo atienden los residentes más próximos a Valladolid que esperan de este invento pingues ganancias: Las provincias de Valladolid y Palencia completas y algunas zonas de las provincias con ellas limítrofes: Ávila, Segovia, Burgos, Zamora, Salamanca e incluso León. Pero en todo el perímetro exterior: La mayoría de León y Burgos, grandes partes de Soria, Segovia, Ávila junto con zonas de Zamora y Salamanca se mantienen contrarias a la existencia de esta autonomía, al menos con su estado actual de centralismo en Valladolid.
Hay tres que yo conozco mejor: León, Palencia y Burgos.
León es mi tierra y mi norte.
Palencia y Valladolid son uña y carne, a pesar de algunas quejas palentinas, y son -después de Madrid- las principales valedoras de este engendro.
Sin embargo, en Burgos he podido constatar una clara y posiblemente mayoritaria oposición a esta autonomía o al menos a los intentos centralistas de Valladolid. Carteles viarios tachados (justo a la inversa que en León), consciencia de haber perdido centralidad en Castilla la Vieja para pasar a estar en la “periferia” de este Castilla&León o oportunidades perdidas de tener Ave directo a Madrid sin tener que pasar por Valladolid (que lo pregunten en Aranda de Duero) son ejemplos de situaciones en las que aparece este sentimiento.
Aunque Burgos y León han sido históricamente cabeza de Reinos y de siglos de historia es evidente el actual estado mayoritario de postración y de claudicación al actual dominio ejercido por Valladolid. El refrán dice que no hay mejor cuña que la de la misma madera. Valladolid tiene madera castellana y madera Leonesa. Es la cuña que está resquebrajar los derechos de los dos Reinos haciéndolos lacayos del Pseudo-Castellano de pucela.
Alicia, ¿por qué no intentar aunar los tachones que los leoneses hacemos en los carteles de la carretera a los que también hacen los castellanos en Burgos y entre los dos tachar definitivamente a la Junta de Valladolid que emplea en nombre de “Junta de Castilla y León” para sus intereses centralistas?.
¡León y Castilla contra el nefasto invento pucelano!
Karlos.
Felices Fiestas.
Me parece estupendo el artículo Alicia, no le falta nada. Creo que no queda nada por decir... como casi siempre sucede en tus artículos o comentarios. Eres siempre clara, concreta y concisa. Si después de todas estas exposiciones tan claras, hay alguien que todavía no nos entiende... y que tristemente, en muchos casos, es incluso leonés, entonces uno no tiene más remedio que pensar que es inútil echar de comer margaritas a los cerdos.
Estoy de acuerdo con Karlos, sólo la verdadera unión de castellanos y leoneses podrá acabar con la sanguijuela pucelana.
El problema de los leoneses no son los castellanos, lo mismo que nosotros no somos el problema de los castellanos.
Existen numerosas voces en Castilla contra Valladolid, un ejemplo: http://breviariocastellano.blogspot.com/
Creo que ha llegado el momento de enseñar a Valladolid que ni leoneses ni castellanos queremos seguir dentro de este engendro autonómico, que Castilla es Castilla y León es León... sólo Palencia y Valladolid son "Castilla y León", que se creen ellos una comunidad autonómica propia entre León y Castilla y que la llamen como les de la gana.
Manda huevos que tenga que venir un norteamericano a decir en voz alta: «PARA Mí LEóN SERá SIEMPRE EL CORAZóN DE ESPAñA» (VIGGO MORTENSEN)
No puedo menos que darle la razón,... y las gracias.
Publicar un comentario